26.6.05

Fui a Hollywood y estuve en New York, y en Cadalso de los Vidrios te conocí

Nunca me pude imaginar que el fichaje del delantero uruguayo Diego Alonso por parte del Atlético de Madrid iba a cambiar mi vida y me iba a abrir puertas en el mundo del espectáculo. Dicho delantero estuvo en dicho equipo durante su segundo año en la categoría de plata del fútbol español, siendo parte activa en la consecución del ascenso y llegando por su garra y pundonor al corazón de los aficionados del club madrileño. Pero, por encima de todos, hubo tres chavales que se convirtieron en absolutos fans del ariete charrúa. Esos tres chavales eran Toño (el chaval al que conocí en el pasillo del colegio cuando nos expulsaron a ambos), Gonzalo (ese que no sabe distinguir entre viernes y sábado) y un servidor.

Por ese motivo, cuando fuimos a ver a Toño a Málaga, y aprovechando que durante ese año el delantero jugaba en el equipo de esa ciudad, nos decidimos a comprarnos los tres una camiseta del equipo con el 9 de Diego Alonso a la espalda. Hicimos entonces un pacto, que no era de sangre ni nada de eso que duele mucho, para llevarlo a algún acontecimiento al que acudiéramos los tres. Y he aquí que algunos meses después había un concierto de un grupo llamado Burning en un pueblo llamado Cadalso de los Vidrios, Madrid. Y claro, decidimos ir los tres con nuestras flamantes camisetas de Diego Alonso.

Llegamos al pueblo con nuestras zamarras futboleras y, tras enterarnos de dónde era el concierto (en esta ocasión no tuvimos problemas, ya que el que organizó el tema fue Toño, que no confunde viernes con sábado ni al revés), nos fuimos a cenar algo. La gente nos miraba entre extrañados y curiosos, y alguna voz oímos diciéndonos "Hala Madrid" y cosas por el estilo. Hasta que llegó el momento de ir a la plaza de toros (sí, Cadalso de los Vidrios tiene plaza de toros) y entrar a esperar a que actuara el grupo madrileño. El cartel lo formaban varios grupos de la zona en un festival que se hacía llamar Nískalo Rock.

Entramos en el coso, mientras actuaba un grupo que hacía versiones de canciones heavies, y nos fuimos directos a la barra. Tras pedirnos un par de minis, hubo alguno que se nos puso a hablar a propósito de nuestras camisetas, aunque casi todos ellos llevaban tal grado de alcohol en sangre, que con su simple aliento podrían desinfectar cualquier herida.

Tras quitarnos de encima a los pesados, nos fuimos hacia el escenario, toda vez que los versionadores habían terminado ya su actuación. La parte de alante estaba totalmente desierta, y durante la espera a que diera comienzo la actuación, nos dio tiempo a calentarnos un poco con los minis. Hasta que empezó el concierto, el plato fuerte de la noche, y casi diría que del fin de semana.

La parte de alante permaneció tan desierta como antes. La gente estaba a varios metros del escenario, mirando el concierto de pie, con los brazos cruzados, como quien está viendo un discurso político. ¿Toda? No. Había tres imbéciles al lado del escenario saltando, gritando y cantando las canciones, todos ellos ataviados con una camiseta del Málaga, de Diego Alonso. Entre canción y canción, repetíamos insistentemente que tocaran "Las chicas del Drugstore", hasta que, avanzado el recital, nos hicieron caso, aunque tocaron sólo la mitad. No sé cuánto tiempo estuvieron, dado que mi grado de alcohol en sangre se había equiparado con el de los vecinos de la localidad. Hasta que terminó el concierto. Toño se fue a dar una vuelta, y Gonzalo y yo, a descargar la bebida. Estábamos a escasos diez metros de la puerta por donde se habían metido los artistas, así que decidimos meternos nosotros también, como quien entra en un lugar de sobra conocido. Allí estaban ellos. Lejos de amilanarnos, accedimos saludando a voces "¡¡qué pasa, chavales!!". Estuvimos un rato hablando con ellos, nos hicimos fotos los tres con el grupo (Toño ya había dejado de hacer el autista y se había reunido con nosotros) y nos echamos unas risas, a propósito de Diego Alonso. Hasta que el batería, Kacho, me dio su dirección de correo electrónico para que le enviara las fotos, momento en el que fui la envidia de mis dos compañeros.

Desde entonces, les hemos ido a ver a un par de conciertos, siempre quedándonos a hablar con ellos tras el espectáculo y creando una bonita relación, no sé si de grupie o de qué. Y todo ello gracias a Diego Alonso.

Holidays, celebrate....

Se acerca el verano. Bueno, para ser más correctos, estamos ya inmersos en él. La gente empieza a planificar sus vacaciones, a mirar lugares de destino, hoteles y ese tipo de cosas para que estos días de relax sean precisamente eso, de relax (al final nada sale como uno pensaba en un principio, pero eso es otro tema). La gente se volverá a decidir entre playa o montaña (en el caso de Faemino y Cansado no sabríamos qué elegirían, sólo sabríamos que ambas cosas son muy aburridas).

Yo, personalmente, lo que busco cuando elijo un destino es, más que nada, que haya gente con la que me lo pueda pasar bien, independientemente de si tengo que ir a bañarme a la playa y a enseñar por tanto mis bridgestones, o irme a escalar. Lo que realmente hace que unos días sean especiales no es tanto el lugar como la compañía.

Pero como mis días de vacaciones no llegarán hasta septiembre, habrá que ir escogiendo fines de semana de esparcimiento a modo de aperitivo. Por lo pronto, este próximo fin de semana es muy posible que se me pueda encontrar por la Ciudad Condal. Ya os lo diré con absoluta certeza, hermanitos, y ya podéis empezar a ofrecerme presentes (no me valen pretéritos, aunque sean perfectos) para que pueda decidir en qué casa me alojo.

Sé que miss Piggott me dirá que Galicia, que mis hermanos, Ernesto de la Serna y Su, me dirán que vaya a verles a Barcelona, pero ¿qué lugar o lugares me recomendaríais para visitar este verano?

21.6.05

El desarrollo de la vida

La vida da muchas vueltas, y a veces conocemos a las personas que después resultan ser importantes durante el desarrollo de nuestra existencia de la forma más absurda. Eso me pasó a mí con uno de mis mejores amigos.

Estaba yo en 1º de BUP, que no sé a qué equivale en el sistema moderno. Y lo que es peor, me lo han dicho un montón de veces y siempre se me ha olvidado. Y lo que es aún peor, es que me da igual. Me encontraba en clase de Matemáticas, con un profesor al que todo el mundo llamaba "El Willy". El Willy había sido compañero de carrera de mi padre, que por cierto, llenaba de Matrículas de Honor sus calificaciones. El Willy había tenido como alumno a mi
hermano, que también llenaba de excelentes calificaciones sus boletines de notas. El Willy había tenido como alumna a mi hermana, que aunque era un poco perra, aprobaba los cursos sin excesivas dificultades. Y, por último, el Willy me tuvo a mí como alumno. Visto el currículum de mi familia, se esperaba que yo siguiera la tradición estudiantil. Algo que no concordaba con el 1 que había sacado en el último examen que nos había puesto.

Quizás por esa decepción estaba un poco enfadado conmigo, o quizás es que tenía un mal día. Lo cierto es que, a poco de empezar la clase, decidió echarme fuera. Yo me encontraba mirando cómo hablaban mis dos compañeras de detrás, sin intervenir en ningún momento en la conversación, aunque a él no debió parecerle lo mismo. Me dijo: "Señor Ory, ya sabemos que a usted no le interesan las matemáticas, pero por favor, deje que los demás se interesen". Yo me di la vuelta a la posición correcta que debe tomarse en un pupitre, le miré con un gesto de incredulidad, pero guardé un respetuoso silencio. Eso tampoco debió gustarle, pues sin mediar nada más, decidió expulsarme con un explícito "ande, váyase fuera". Yo volví a mirarle con la misma cara de incredulidad, pero volví a guardar el mismo respetuoso silencio, el cual me acompañó hasta la puerta de la clase. En el pasillo, justo enfrente del aula, había un banco, por lo que decidí tomar asiento en él.


Aún quedaban tres cuartos de hora de clase. Sólo había pasado por tanto, un cuarto de hora (no sé cómo podía suspenderme el Willy, si ha quedado demostrado lo bien que se me dan las matemáticas). Yo estaba convencido de que, como tantas otras veces hizo con compañeros que se encontraban en mi misma situación, saldría al rato a decirme que entrara. Pero eso no sucedió, ante mi desesperación.

Sumido en mis pensamientos me encontraba cuando a lo lejos, en el pasillo, comencé a ver una figura que subía las escaleras. Era un chaval de 8º de EGB (que tampoco sé a qué equivale en el sistema moderno) que andaba paseando por los pasillos y que se encaminó hacia el banco en el que estaba sentado. Se sentó conmigo y nos pusimos a hablar, cosa que no habíamos hecho nunca hasta ese momento. Me contó que a él le habían echado de clase de gimnasia (perdón, educación física) por tirarse un sonoro eructo mientras practicaba carrera continua, y que el profesor, aún más enfadado que el Willy conmigo, le dijo que fuera a buscar al Jefe de Estudios para explicarle lo que había sucedido. Evidentemente, estaba dando vueltas por el colegio para NO encontrarse con él. Estuvimos hablando un buen rato, hasta que mi nuevo amigo decidió bajarse de nuevo al gimnasio. De nuevo me quedé solo, hasta que terminó la clase.

Al año siguiente, repetí curso, y coincidí en clase con el chaval que conocí aquel día en el pasillo. Y desde entonces se convirtió en uno de mis mejores amigos, a pesar de lo cascarrabias que llega a ser en algunas ocasiones. Quizás me hayáis oído hablar alguna vez de él. Su nombre es Toño.

20.6.05

Imperio de paletos

Televisión inteligente. A menudo se recurre a esta expresión para definir algún tipo de programa, pero uno se pregunta a veces si no son dos términos totalmente antagónicos. Y basta una simple pasada por las ofertas que las diferentes cadenas nos proponen. Casi en su mayoría son programas del corazón que, como es lógico, se dedican a hablar de la vida de los demás, que si Fulanito está con Menganita, que si este otro es gay o a este otro le ha picado una avispa, hechos todos ellos completamente prescindibles en nuestra vida. Porque a mí, que una pareja haya roto su relación, o que ese otro tipo haya salido del armario, no me supone ningún trauma, ni va a cambiar mi vida en absoluto. O ese seguimiento exhaustivo a un famoso para poder comprobar de primera mano si se toma un café en una terraza, si se ve con una mujer que no es su esposa o si se saca los mocos con la mano izquierda o con la derecha. ¿Realmente son tan importantes estos hechos como para dedicarles prácticamente la totalidad del horario televisivo?

Y eso es realmente lo triste. Yo no sé si son importantes o no, desde luego para mí no, pero de lo que no cabe duda es de que si se mantienen e incluso proliferan este tipo de programas es porque la gente los ve y los demanda. Entonces, ¿la culpa es de la televisión o de los ciudadanos? Yo creo, sin duda, que de los ciudadanos, que al fin y al cabo, son los que otorgan y quitan poder por medio de las tan temidas audiencias. Porque si luego, por la calle, compruebas cómo la gente se saluda con un estruendoso “¡¡Qué pasa, neeeeen!!”, o en mitad de una conversación oyes claramente “un poquito de por favor”, celebrado como la cosa más ingeniosa del mundo, te convences del poder que tiene la televisión en este país. Por no mencionar cuando percibes una disección sobre la vida de cualquier persona que aparezca por la pantalla, como si de un conocido se tratara. Sólo así se puede entender los infaustos horarios que tienen programas más interesantes como puede ser “Días de cine” de Antonio Gasset, que hay que trasnochar mucho para poder verlo y que están dirigidos a un público claramente minoritario.

16.6.05

La ley de Murphy

La ley de Murphy dice en su enunciado que si una cosa puede ir mal, irá mal. Lo que no dice es que si te pones chulo, igual puede ir peor aún. Y eso lo pudimos comprobar el fin de semana pasado mi amigo Gonzalo y yo, durante el transcurso de un día que se preveía de lo más divertido, y que terminó siendo divertido.... a su manera.

El plan: Sábado 11 de junio. Concierto en Guadalajara de Burning. El día giraría en torno a tan magno acontecimiento. Decidimos ir a comer a Chinchón, concretamente al restaurante que tiene allí montado el Fortu, cantante de la mítica banda Obús. Haríamos un poco de turismo por allí y después marcharíamos a la ciudad castellano manchega para saborear el plato fuerte de la noche. Todo saldría perfecto.

La realidad: Llegamos a Chinchón a eso de las tres y pico de la tarde, ansiosos de probar la carne que se asa en Casa Fortu. Aparcamos donde podemos y nos ponemos a buscar dicho mesón o restaurante, para lo cual contamos con la inestimable ayuda de un paisano, que nos indica claramente dónde se encuentra el lugar. Cuando llegamos, descubrimos con estupor dos cosas: 1. Hemos aparcado el coche al lado y hemos dado una vuelta realmente estúpida, y 2. Un cartelito en el que se lee que por causas ajenas a Casa Fortu, el local permanecería cerrado a mediodía. También es casualidad. Gonzalo comenta entonces que eso es un mal presagio. Nos metemos, hambrientos como estamos, en el bar de al lado, con la sana intención de meternos para el cuerpo alguna tapa, que a esas horas nos iba a sentar de maravilla. Y todo va bien (unas bravas y unas croquetas se encargan de ello), hasta que la cocinera nos saca dos vasos llenos de un líquido blanco, parecido a leche. Nos dice que a ver si nos gusta, que es gazpacho. Mal hicimos en tomarlo, porque estuvo toda la tarde repitiéndosenos. Con el aliento apestando a ajo, cogemos el coche, tras volver a dar otra estúpida vuelta, aún más estúpida que antes, y salimos zumbando a Guadalajara, rumbo al rock and roll.

Guadalajara: A esta ciudad llegamos como a las seis y pico de la tarde, todavía con el aliento apestando a ajo y con un agujero en el estómago. Lo primero será comer algo. ¿Y cuál es la comida típica de Guadalajara? Pues no lo sé, porque terminamos en un Burger. Todos los bares que vemos tienen la cocina cerrada, así que terminamos saboreando una nutritiva hamburguesa de tan prestigioso local. Nos enteramos poco después de la existencia de un concierto en un campo de fútbol al que nos indican cómo ir, en el que tocan "M-Clan y otros dos grupos". Nos dirigimos allí. Mientras, voy llamando a Kacho, batería de Burning, para que nos confirme el lugar. Pero no me contesta. Tras estar un buen rato en la puerta del recinto haciendo el capullo, nos decidimos a preguntarle a un guardia jurado la composición del cartel del concierto. "M-Clan, Mikel Erentxun y La sonrisa de Julia". En un momento, todo nuestro sábado se fue al garete.

Vuelta a casa: Con el rabo entre las piernas. Cabreados. Aun así, y como somos tontos, decidimos ir a tomar una copa al bar del Johnny (cantante de los Burning) en el madrileño barrio de Aluche. Evidentemente, él no está. Llegamos a tiempo de ver el final de la copa del Rey entre el Betis y Osasuna. "Venga, a ver si por lo menos gana Osasuna". Victoria del Betis. ¿Es que ni esto puede salirnos bien hoy? Mejor vámonos a casa, no sea que aún nos pase algo peor.

Al día siguiente, tras lograr hablar con Kacho, me entero de que el concierto había sido el viernes. Y es que hay días que es mejor no levantarse de la cama más que para ir al baño. Y si me apuras, ni eso.

15.6.05

Hoy he perdido la virginidad

Tres vehículos se disponen a incorporarse a la carretera Nacional IV, también conocida como carretera de Andalucía, a la altura del kilómetro 20, en las proximidades de la localidad de Pinto. Son un BMW, un Opel Astra y un Peugeot 206, por ese orden. De repente, y para sorpresa de los conductores, el BMW debe confundir el pedal del acelerador con el del freno, pues decide aminorar su marcha, dado que se aproxima un camión que, todo hay que decirlo, aún debe estar en el término municipal de Valdemoro, y a pesar de que con la potencia que de fábrica tiene un BMW, podría pasar tres veces antes de que el camionero se percatara de ello. El Opel Astra, no sin apuros, consigue frenar, tras lo cual hace sonar su claxon a modo de recriminación. Pero el Peugeot, ajeno a las artimañas del conductor del coche alemán, y atento como está a incorporarse a la autovía, no consigue frenar a tiempo y se estampa contra el Opel, que por el efecto dominó, impacta contra el BMW.

Esta secuencia es la que he vivido hoy a eso de las once y media de la mañana. Evidentemente, yo era el conductor del Peugeot, vehículo que se ha llevado la peor parte en el golpe. Todo el morro hundido. El conductor del Astra, que hacía honor a la fama de macarras que tienen los conductores de este modelo, se ensaña en sus protestas contra el del BMW. Los hay que no saben qué hacer con 200 CV.

Pero lo que me ha llamado la atención de todo esto, ha sido la cantidad de cosas que se pueden pensar durante un espacio de tiempo tan sumamente breve: desde que empiezas a pisar el freno hasta que finalmente impactas. Multitud de pensamientos han pasado por mi cabeza. Multitud de pensamientos de los que no tengo un recuerdo explícito. Lo único que recuerdo haber pensado fue: "Bah, déjalo, no te esfuerces, te vas a piñar igual".

Creo que un piñazo en un año y medio de estar cogiendo el coche a diario y durante varias horas no está nada mal. Pero todo en esta vida llega y, tarde o temprano perdemos la virginidad. Y eso me ha pasado a mí hoy.

14.6.05

Diario de una tele encendida (Mortales iluminaos)

Hay quien se ríe de las desgracias ajenas,
y para eso vive, ¡qué pena!
Hay quien avanza hacia el sueño eterno,
con lo puesto, con problemas y endeudao.
Hay quien valora la imagen, lo de fuera,
el resto ni siquiera lo contempla.
Hay quien destroza todo cuanto le rodea
¡genial! ¡absurda tarea!
Y la Tierra se cabrea
y la aldea ahora es dolor.
La tristeza hoy nos muestra
las caricias del ciclón.

Hay quien saca figuras de madera
cargás de joyas y velas en procesión.
Unas veces, unas veces pa que llueva,
otras pa que hagan milagros o por adicción.
Hay quien juega con la carretera
traje de madera y una cruz.
De 0 a 100 en menos de tres segundos
joder, en menos tiempo pal otro mundo.
La velocidad desquicia. Quieto, quieto parao,
me quiero bajar.
Condenados a las prisas y al estrés encadenados.

Hay quien se cuida y vive pa comer
engorda, no come pa vivir.
Hay quien se esfuerza, se esfuerza en joder
y jode simplemente pa sentir.
Hay quien se droga pa encontrarse y evadirse
y logra convertirse en superficial.
Hay esclavos enganchaos al consumismo
sin rejas y en libertad.
Y traga, traga, traga, traga
y nada de escatimar.
Lo que sobre se tira
que alguien lo recogerá.

Y es verdad que la mentira tiene,
tiene algo de verdad.
Y es mentira que todo sea verdad.
La política da risa, los políticos aún más.
En sus manos nuestras vidas
somos el agua de su caudal.
El hemiciclo es un circo,
señorías, seriedad.

Hay quien pare odio y miseria.
Hay quien fomenta sufrimiento y dolor.
Hay quien aumenta la diferencia
entre la opulencia y la desolación.
Hay quien pone precio a chorradas
que carecen por completo de valor.
Hay quien tira el dinero en armas
pero no fumes que el tabaco mata.

¿Y ahora qué digo yo?

Hace tiempo que la gente me había hablado de la conveniencia de crear blogs de éstos, bitácoras o como se las quiera denominar. Yo me resistía a crear uno, porque tengo poco que contar, y ese poco me lo suelo guardar para mí. Pero he aquí que, por un error absurdo, me he creado uno (y ha sido un error, lo juro), y ahora me veo ante la tesitura de escribir algo. ¿Y qué cuento yo ahora? Es más, ¿leerá esto alguien que no sea yo? Así que si estás leyendo esto, una de dos: Siéntete un privilegiado, porque serás de los pocos a los que les dé esta dirección, o siéntete un desgraciado por idéntico motivo.

No prometo que lo que aquí escriba sea interesante. De hecho, ni siquiera prometo escribir aquí. Quién sabe, quizás le pille el gustillo a esto y esté dando la vara todo el día... o no.