4.5.06

La fauna del Calderón

En un estadio de fútbol tiene cabida todo tipo de gente: impresentables, personas educadas, críticos con su equipo, personas a las que les ciegan los colores y un larguísimo etcétera, que se hace más largo cuanto más grande sea el estadio y más espectadores quepan en él. Durante los años que he estado abonado (a Dios pongo por testigo que este año es el último) al Atleti, me he encontrado con todo tipo de gente peculiar. Algunos de ellos son:

El culto: Lo conocimos durante la etapa en Segunda División del Atleti. Al término de un partido, y mientras todos bajábamos las escaleras para encaminarnos a nuestras respectivas casas, nos fijamos en un tipo que combinaba a la perfección las acciones de descender sin tropezar y leer ávidamente un libro, suponemos que muy interesante. El tipo en sí ya resultaba peculiar por su mero aspecto físico: gordo, con camiseta de tirantes y pantalones cortos, amén de un importante bigote, que le proferían más aspecto de un turista alemán que de un fiel seguidor del Atleti. Ahí no se quedó la cosa, puesto que la naturaleza guasona de mi señor padre, que iba conmigo, le hizo adelantar posiciones entre la muchedumbre para tratar de averiguar el libro que tenía tan sumamente abstraído al hombre en cuestión en una zona tan poco común como las escaleras del Vicente Calderón. Poco rato después, volvió con una sonrisa en la boca con el resultado de su investigación. Se trataba de una novela del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Ahí es nada.

El loco: No sé a ciencia cierta a qué es debido exactamente, pero mi amigo Toño y yo, juntos o por separado, tenemos un imán para la gente rara, loca y similares. Tras un interesantísimo partido frente al Racing de Ferrol no exento de cierta polémica en los minutos finales, nos dirigíamos a la escalera. Eso sí, sin libro en la mano. De camino hacia ella, había un señor mayor, de unos 60 años dando rienda suelta a su furia en forma de protestas hacia el árbitro, mientras todo el mundo pasaba a su lado ignorándole y siendo ignorado. Hasta que llegamos Toño y yo, y se puso a preguntarnos (póngase voz de gangoso al leer esto): "¿Por qué ha anulado el gol?". Mi memoria, que nunca ha sido del todo mala, no alcanzaba a recordar ningún gol anulado, y sí una gran parada del portero en la línea de gol en los instantes finales del encuentro. Le dije educadamente que no había habido ningún gol anulado, a lo que él se encendió más y dijo que sí, que por qué lo había anulado (con voz de gangoso nuevamente). Toño y yo comprendimos que la cosa sólo podía escapársenos de las manos, así que al grito de que el árbitro es un cabrón, salimos huyendo del señor.

Los fans de Stankovic: Los que más juego nos dieron durante el periplo en Segunda del equipo. Dos chavales que se sentaban detrás nuestro, de unos 17 años, pesados como ellos solos, que no callaban ni debajo del agua y que no dejaban de criticar al jugador yugoslavo Stankovic. Cuando dicho jugador hacía alguna cosa bien, mi compañero de fatigas y yo lo ensalzábamos para tocar las narices, aunque ellos seguían a lo suyo sin hacernos ni caso. Hasta que un día recurrimos a la artillería pesada: mi padre. Se había mantenido al margen de nuestra disputa un buen rato, pero al final, cansado como nosotros de lo pesados que se ponían con el pobre Stankovic, después de una jugada que hizo el futbolista balcánico, se levantó y, girándose hacia donde se sentaban ellos y mirándoles fijamente, de hecho, empezó a gritar: "¡Qué bueno es Stankovic, es el único que sabe aquí!". No volvieron a criticarle.

3 comentarios:

  1. Exponiéndome a tu fina ironía, supongo que será una deformación de pastizal. Por cierto, encantado de volver a leerte.
    Ídolo, así cuando el partido sea aburrido tendrás con que entretenerte. Sobre lo del abono, me has recordado a Luis -un amigo de tu hermano- que se pillaba unos rebotes inmensos y que llegaba a tirar al wc el carné de socio y el abono (jamás tiró de la cadena). Me fascina ésa relación de amor-odio de los atléticos, digna de un estudio. :-P ;-)

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  2. también está el que dice que no renovará el carné... y cuando en julio hacen dos buenos fichaje corre como loco a renovarlo a grito pelao de "este año si"... si en el fondo todos somos iguales :-))

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  3. Fauna ex-stadium también existe. Por ejemplo, el dueño de la librería Rafael Alberti, que, desolado porque nadie trabajara el centro del campo, manifestó consternado en cierto bar aledaño a su tienda: "el centro del campo es un erial". Aunque no sé si este buen hombre, traficante de cultura, calificaría como "fauna"...

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