30.4.06

Anuncios hirientes: Renault Kangoo

Si algo está de moda en los últimos tiempos es recurrir a futbolistas o a gente relacionada con el fútbol para anunciar prácticamente cualquier cosa (se me viene a la mente Pelé anunciando viagra). Está claro que, para bien o para mal, son las personas que más atención y expectación levantan entre los consumidores, por delante incluso de hollywoodienses actores y/o actrices. Y hay anuncios de todo tipo: simpáticos, absurdos, currados, cutres... Pero si hay alguno que a mí particularmente me cabrea es el de Renault Kangoo.

La cosa empezó con cierta gracia, cuando dicho vehículo patrocinaba un espacio televisivo, includo en un programa de fútbol, llamado "Las mejores jugadas" (el espacio, no el programa entero). En esos anuncios, salía primero Diego Pablo Simeone, jugador del Atlético de Madrid por aquel entonces, a quien dejaban tirado en mitad de un bosque, mientras un narrador decía algo como "Renault Kangoo ha llevado a Simeone a un bosque alejado de los terrenos de juego para que no estropee las mejores jugadas". Más tarde repetirían la operación con Rafa Guerrero, con la misma leyenda.

Pero los publicistas quisieron ir más allá, y entonces la tomaron con un futbolista que no tuvo un paso demasiado afortunado por nuestro país: el tren Valencia, aquel futbolista que fue reiteradamente insultado por el ahora recordado como una bella persona Jesús Gil. En este anuncio, el ex-futbolista colombiano se dedica a vender un videojuego protagonizado por él mismo en el cual aparece un jugador negro, bastante más orondo que Ronaldo (que ya es decir) fallando una clamorosa ocasión de gol y tropezándose con una valla de publicidad. Y eso lo vendía el tren, no a cambio de dinero, como todo hijo de vecino, sino de un simple bocadillo. Todo ello para anunciar una furgoneta, diciendo que si alguien cree en su propio negocio, la Renault Kangoo es su coche.

Más tarde, los mismos publicistas la tomaron con otro ex-jugador de color que tampoco destacó en nuestro país: Emmanuel Amunike, ridiculizándole de igual manera bajo su propio consentimiento, pues era el propio ex-futolista del Barcelona el que prestaba su imagen. Ambos anuncios han gozado de una gran acogida en este país, y es común escuchar a alguien tarareando la musiquita de cualquiera de los dos.

Pero a mí me parecen los dos una gran falta de respeto para ambos futbolistas, ya que habría que diferenciar los conceptos "reírse con alguien" y "reírse de alguien". Muchos esgrimirán que hay que aprender a reírse de uno mismo, pero eso es precisamente lo que hacían Simeone y Rafa Guerrero en la primera versión. Lo que no me explico es que tanto el colombiano como el nigeriano se hayan prestado para la realización de esa publicidad. Es de suponer que ambos estarán necesitados de dinero, lo cual es curioso, teniendo en cuenta los sueldos que tenían como futbolistas, muy superiores al de cualquiera de nosotros, simples mortales.

Me sorprende que con la moda existente ahora de perseguir todo lo que mínimamente huela a racismo no se haya dicho nada de estos anuncios. Al fin y al cabo, es una sutil manera de llamarles "muertos de hambre".

Descubriendo a Tom Petty

Actualmente, los medios de comunicación, radio y televisión especialmente, nos bombardean continuamente con las nuevas apariciones en cuanto a música se refiere. Cuando un artista (y como artista aceptaremos en esta ocasión a gente como Bisbal y/o Bustamante) lanza al mercado un nuevo disco, inmediatamente el anterior queda obsoleto y anticuado. Hasta cierto punto es lógico, pues casi todas esas emisoras viven de lo que las discográficas les paga para que pinchen esas novedades, con el sano propósito de enriquecerse ellos.

Pero todo ello tiene un problema. Hay grupos que desarrollaron la mayor parte de su carrera musical hace años, y por tanto con este sistema de difusión caen inevitablemente en el olvido. Y son grupos que merecen la pena, especialmente si los comparamos con gran parte de los actuales, que dicho sea de paso, han mamado mucho de sus influencias en algunos casos. Pero eso no vende, que es lo que importa. Tal es el caso de Tom Petty, artista que sacó su primer disco en 1976, y que desde entonces ha estado danzando por este mundillo.



En Jerry Maguire, película de Cameron Crowe, suena una canción de Tom Petty, en la escena en la que Tom Cruise va conduciendo, escuchando música en la radio y cantando a pleno pulmón. También aparece en la banda sonora de Ella es única, de Edward Burns. De hecho, la banda sonora en sí es suya. Pero no he podido encontrar más oportunidades en las que escuchar al bueno de Tom. Ya sabemos que como no es un cantante guaperas, que se marque bailecitos en el escenario y vuelva locas a las niñas de dieciséis años, no interesa darle publicidad. No vende. Entonces, ¿qué tenemos que hacer los que no somos niñas de dieciséis años?

Por suerte está internet. Por suerte para nosotros y por desgracia para otros. Pero a mí me ha servido para poder bajarme la discografía de este hombre. Y como para algunas cosas soy un tanto obsesivo, ahora soy incapaz de escuchar otra cosa.

27.4.06

Qué mala es la envidia

Ayer el Barça logró clasificarse para la final de la máxima competición continental, la Liga de Campeones. Y lo ha conseguido después de hacer una competición impecable, en la que aún está invicto, algo al alcance de muy pocos. Ayer, tras un intenso y emocionante partido, a pesar del resultado, obtuvo ese pase a la final.

Pero hubo una jugada polémica en un gol que consiguió el equipo italiano y que fue anulado por el árbitro, el alemán Markus Merk (aunque pitó antes del remate del ukraniano Shevchenko, por lo que no es estrictamente un gol anulado). Y es curioso cómo en la televisión de Madrid, al hacer el resumen de esta interesante semifinal, por supuesto, tras haber hablado largo y tendido de la actualidad del Real Madrid, solamente sacan imágenes de esa jugada. Y es que, cuando uno hace las cosas mal, el único consuelo que le queda es quejarse de que, el que las hace bien, recibe ayudas externas. Y luego dirán que es envidia sana.

22.4.06

Tonterías de un viernes por la noche

Esta noche, mientras tomaba una nutritiva cena consistente en unas salchichas aderezadas con salsa de tomate (nunca ketchup), me he sorprendido a mí mismo sintonizando Telemadrid y tragándome lo que allí estaban dando. Una película que en ningún caso se me había pasado por la cabeza ver: A todo gas 2. No era una mala elección, teniendo en cuenta que en los otros canales nos estaban deleitando con maravillas del calibre de Dónde estás corazón, por lo que la opción del cine se me ha hecho la más apetecible.

Las películas de acción, a poco que estén bien hechas, tienen la capacidad de enganchar al que la esté viendo y resultar, cuanto menos, entretenidas. El argumento, en muchos casos es lo de menos. Aquí, dos tipos se infiltran para trabajar para un mafioso malo malísimo, casualmente con nombre italiano, y ayudar a la policía, a los federales y casi también a la guardia civil a detenerle. Todo ello única y exclusivamente para mostrarnos un sinfín de carreras con coches trucados, virajes imposibles, temibles adelantamientos.... Quizás sea eso lo que me ha invitado a verla, dado que últimamente ando yo tan rodeado de coches (de empresa, eso sí, y Opel Corsa y Peugeot 206 en su mayoría, que no tienen tanto glamour ni corren tanto). Pero lo peor no ha sido nada de eso. Lo peor ha venido cuando este maravilloso canal nos ha deleitado con uno de esos interminables bloques de publicidad a los que tan acostumbrados nos tienen las cadenas de este país.

Y ahí es cuando he entrado en mi disyuntiva particular. ¿Me voy a la cama, dado que mañana madrugo pues tengo que trabajar, o me quedo a ver cómo termina todo esto? He optado por la segunda opción, pues no me gusta dejar las películas a medias. Es una lástima que nos hayamos acostumbrado de esta manera a que nos corten los programas que estamos viendo para intentar vendernos coches, maquinillas de afeitar o perfumes, pero ha llegado ya a unos límites en los que ponen películas en mitad de los anuncios. Y luego se sorprenden de la piratería.

18.4.06

Laurita

Laurita (la chica del papel higiénico serigrafiado) es la mejor amiga de la Malandrina, que de esa manera me la presentó. Fue una presentación virtual, dado que los malpensados dirán que estábamos en tres naciones distintas (una en Londres, otro en Madrid y la tercera en Manresa), y mantuvimos, gracias a las nuevas tecnologías, un interesante y puede que un tanto absurdo diálogo. No obstante, cuando tuvimos la primera conversación a solas, no empezamos (o empecemos, como se prefiera) con buen pie, en gran parte debido a mi gran capacidad de meter la pata en ciertos momentos con comentarios que, sin llevar mala intención implícita, sí pueden resultar fuera de lugar. Pero pronto pudo comprobar que al fin y al cabo, no soy tan mal tipo después de todo.

Después de varios meses hablando prácticamente a diario, de conversaciones más o menos trascendentes, convirtióse en una gran amiga. Tiene una gran capacidad para escuchar, y posee una virtud tan en desuso en estos días: se interesa realmente por lo que les pasa a sus amigos.

Como no podía ser de otra manera, en uno de mis viajes a la Ciudad Condal para visitar a mis egregios hermanos, la conocí. Y, a pesar de otro de esos inoportunos comentarios del que escribe esto, puedo decir que la experiencia mereció la pena y desde entonces estoy pensando en repetirla. Antes de que se arrepienta.