29.10.06

Las horteradas de mi discoteca

Quien más, quien menos, creo que todos tenemos entre nuestros discos algunos bajo llave. No porque queramos protegerlos de posibles robos, sino para evitar que alguien pueda verlos, echando por tierra una posible reputación de amante de la buena música. Hoy, a pesar de que puede caer un mito para mucha gente, voy a exponer aquí algunos de esos discos que tengo yo.

Leticia Sabater - Nosotros somos el mundo: Un día, mi querido vecino Sunder, vino a mi casa y me dijo que había estado en el Makro y que me había traído un regalo. Le dí las gracias demasiado pronto, porque cuando me hizo entrega del mismo, vi un cassette con Leticia Sabater en la portada con su inconfundible estilo pueril. El tema más representativo es el Leti Rap, un canto a la vida juvenil, en el que se dicen cosas como "¿Cómo se enrollan los tronquis? ¡¡Con Vivan los Compis!!", haciendo de paso una subliminal publicidad del programa que por aquel entonces tenía la bella presentadora.

Britney Spears - Baby one more time: Éste, lamentablemente, lo compré yo en uno de esos arrebatos que me daban en mi edad del pavo. Como anécdota, diré que el día que lo adquirí, en la extinta Madrid Rock (cómo la echo de menos), le pedí a la cajera que le quitara el precio para disimular, como si de un regalo para alguien se tratase. Por suerte, este disco lo agradeció mi prima Elena hace poco tiempo cuando se lo obsequié de mil amores.

Enrique Iglesias - Enrique: Otro regalo, en esta ocasión, de mi hermana. Se me había ocurrido comentar que me gustaba la canción de "Bailamos" así que mi hermana lo vio en oferta y decidió que sería un buen regalo. Lo que no sé es si para vengarse por el disco que le regalé yo una vez de Army of lovers o realmente llevaba buena intención.

Jordy - Dur Dur d'être bébé!: No sé si la gente se acordará de un niño rubito francés que "sacó" un disco hace algunos años y que era un poco infumable. Algún tiempo después, en mi periplo laboral en el Häagen-Dazs, vi el cd en cuestión. Cd que me agencié cuando nos comunicaron que iban a cerrar y que nos íbamos a la calle. Aparte de llevarme varios litros de helado para casa y darle a los conocidos que venían a verme, me llevé este disco. No sé qué echarían más de menos.

Sin duda, hay algunos más, pero los casos más vergonzosos que poblan mi de por sí extensa discografía son éstos. Pero el que esté libre de culpa, que tire la primera piedra.

21.10.06

Discusión


Uno de los espectáculos más comunes en nuestro país, especialmente en los bares, aunque no es exclusivo de ellos, es el de ver a dos o más personas discutiendo. Los motivos pueden ser de todo tipo: religiosos, deportivos, políticos, de tráfico, etc; y la intensidad también es variable, dependiendo de lo caldeado del ambiente y lo encontradas de las opiniones. El volumen de la conversación suele ir en aumento, pues se intenta por todos los medios que el interlocutor o los intelocutores en cuestión escuchen claramente lo que uno tiene que decir, aunque en muchos casos sería mejor que nos ahorrasen ese trago. Pero un buen discutidor siempre tendrá salida para las posibles encerronas dialécticas a las que pueda ser sometido, unas con más sentido que otras, pero todas ellas válidas a la hora de perpetuar la conversación y no dar su brazo a torcer. Las discusiones pueden derivar en trifulcas o en un diplomático aquí paz y después gloria, aunque no sé a ciencia cierta quiénes son ni Paz ni Gloria.

Pero si se piensa bien el tema, ¿realmente sirve de algo discutir con alguien? Por discusiones de todo tipo se han perdido amistades y/o se han generado peleas, y por el contrario no conozco ningún caso de que alguien haya convencido a otra persona de que está equivocada simplemente con el don de la palabra. Sencillamente, porque una persona discutidora siempre tiene razón. Su razón. Y nada le hará bajarse del burro. Eso sí, cuando alguien se encuentra acorralado frente a otro siempre tiende a recurrir al insulto fácil y, a veces, barriobajero, pasando la discusión a un ámbito personal en el que su credibilidad estará en entredicho.

Decía Loquillo en su canción Feo, fuerte y formal: "¿Para qué discutir si puedes pelear?".

12.10.06

Golf

Si existe un deporte absurdo por antonomasia, ése es, sin duda alguna, el golf, si bien se puede partir de la base de que todos los deportes son absurdos si nos ceñimos a una definición simplista de ellos: que si veintidós tíos corriendo detrás de una pelota, que si diez tíos muy altos intentando meterla (la pelota) en una canasta…. Pero todos esos deportes cumplen los requisitos necesarios para ser considerado eso: un deporte. Cuando uno piensa en un deportista, siempre piensa en un atleta, una persona capaz de hacer grandes esfuerzos físicos, bien proporcionado, el sueño de todas las mujeres y de los gays. Y un golfista no cumple esos requisitos, al menos no es lo habitual. Porque hay golfistas famosos que poseen una barriga digna del mejor de los cerveceros de un pub inglés.
El golf es, además, un deporte insolidario. Para hacer campos de golf es posible y a veces necesario destrozar todo un pinar protegido para el disfrute de unos pocos, o llenar de agua una zona desabastecida de ese elemento con el propósito de regar los campos donde unos pocos señores tratan de meter la pelota en un agujero hecho en el suelo. Eso es como darse un atracón de angulas en la puerta de un albergue de indigentes.
Hay veces que los cargos importantes de las empresas quedan para jugar al golf, porque así pueden decir que han hecho deporte, aunque en realidad tampoco han realizado un gran esfuerzo. Pero en esas partidas, los de menor cargo siempre deben dejarse ganar por los de mayor cargo si pretenden que su futuro en la empresa no se termine de un plumazo. El golf es, por tanto, un deporte engañoso, porque no siempre gana el que mejor juega, sino que es un indicativo de poder.

8.10.06

Up the irons!

El 30 de noviembre de 2006 actúa en España la banda inglesa Iron Maiden. Únicamente dan un concierto en este país, concretamente en el Palau Sant Jordi de Barcelona, pero ello no impedirá que un servidor acuda al evento, a pesar de que es jueves. Y allí estaré con mi hermano Ernesto de la Serna, y con mi amigo Diego González, cuyo escaso gusto en lo que a política se refiere contrasta con su elevado gusto musical.

Aunque he de reconocer que no siempre he sido un fan de la banda, si bien siempre he sentido, cuanto menos, simpatía por ellos. En casa, cuando era pequeño, era raro el día en que mi hermano no me hacía escucharlos. El hecho de que compartiéramos habitación daba lugar a poca intimidad, y cuando uno de los dos ponía música, al otro no le quedaba más remedio que escucharla, aunque también es cierto que siempre hemos sido bastante afines en ese aspecto, por lo que pocas guerras hubo (quizás durante mi crisis en plena edad del pavo, cuando me dio por escuchar grupos como Los fresones rebeldes o Nosoträsh, aunque por suerte para él, sus compromisos por aquel entonces le obligaban a pasar poco tiempo en casa, por lo que no lo sufría en exceso). Y como quiera que él ha sido siempre el hermano mayor, y dudo que eso pueda cambiar en los próximos años, tenía preferencia cuando queríamos compartir watios de sonido. Y los Maiden eran entonces, y son ahora, una de sus bandas predilectas. Tanto que, gracias a ellos en general y a su bajista Steve Harris en particular, se hizo seguidor del equipo inglés del West Ham, afición que también logró inculcarme (como se puede ver, yo era un chaval con ideas muy claras y que no se dejaba influenciar así como así).

Pero no fue hasta el 12 de junio de 2004 cuando el ídolo de todos y de todas ustedes, se convirtió en un fan de la banda. Ese día daban un concierto en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. Aprovechando que mi hermano estaba una semana en dicha ciudad (por aquel entonces él iba pululando por medio mundo), me decidí a acompañarle, junto a otros amigos. Y salí completamente convertido. Así como los musulmanes deben ir al menos una vez en la vida a La Meca, todo aquel a quien le guste la música rock debería ir al menos una vez en la vida a un concierto de Iron Maiden, donde además pueden entrar personas de cualquier nacionalidad y sin necesidad de descalzarse. Unos meses después volví a verlos, y hasta ahora. Y siempre que vengan por estos lares, haré lo posible por disfrutar de sus conciertos.

A modo de aperitivo pongo a continuación el último vídeo de la banda, perteneciente a su último disco y que recomiendo encarecidamente.

3.10.06

Conversación

JEFE: Oye, Ídolo, tú y yo tenemos una conversación pendiente.
TU ÍDOLO: ¿Tú y yo? Pues cuando quieras, que no te tengo miedo.
JEFE: Pues mira, ahora mismo la sala está libre, así que vamos para allá.

El Jefe y el Ídolo se dirigen hacia la sala de reuniones. Tras entrar, cierran la puerta y toman asiento.

JEFE: Bueno, como sabrás tengo una baja. Una baja importante.
TU ÍDOLO: Sí, Jose, ya lo sé (NOTA ACLARATORIA: Jose es, o era, el segundo de El jefe, a quien comúnmente se denominaba como "Número 2").
JEFE: Efectivamente... entonces, como supondrás, necesito otro "Número 2".
TU ÍDOLO: ¿Es eso una indirecta o para que te ayude a elegir a alguien?
JEFE: A ver, yo te lo digo a ti para que te lo pienses. La cosa sería que, cuando yo no estuviera, tú tendrías que sustituirme. No va a suponer ningún cambio respecto al contrato, porque yo ahí no puedo hacer nada, pero sí te serviría para dejarte ver en la oficina como algo más que un simple técnico.
TU ÍDOLO: Bueno, pues si hay que hacerlo, se hace.
JEFE: No, a ver, que yo no quiero obligar a nadie. Pero yo con Jose tenía una relación muy buena, y yo sabía que si yo cerraba los ojos, él me iba a responder. Y yo sé que contigo me pasa lo mismo, porque ya nos conocemos y tenemos la confianza suficiente para decirnos las cosas. Y aparte, porque yo ya sé que contigo se puede contar.
TU ÍDOLO: Pues eso, que por mí no hay ningún problema.
JEFE: Bueno, y si luego surge alguna oportunidad, como la que le ha surgido a Jose, pues desde luego que el primero en quien pensaría sería en ti, aunque tuviera que buscarme otro "Número 2".
TU ÍDOLO: Hombre, eso ya se vería en el caso de que surgiera algo, sí. Vale, cuenta conmigo, pues.
JEFE: Aunque también te digo que aquí a la gente pues le gustan las camisitas, los pantalones vaqueros.... Lo digo para que te vayas preparando.

Así que este fin de semana me tocará irme de compras a por camisas, pantalones y esas cosas....

1.10.06

De vuelta

Tras dos semanas de vacaciones y descanso, he regresado por fin a casa esta misma noche. El destino durante ese tiempo ha sido, básicamente, la Ciudad Condal, Barcelona, aunque también ha habido alguna escapadita a Andorra para visitar a un buen amigo. Lo que se ha hecho es lo que se suele hacer en estos casos: descansar, aunque sea sólo mentalmente, desconectar y pasar varios días alejado de todo lo que el curro conlleva, replantearse algunos aspectos de la vida que deberían cambiar, e intentar llevar a cabo esos cambios, aunque no siempre se verán los resultados, puesto que no siempre cambia todo lo que se desea.

Pero todo en la vida tiene un fin y, como no podía ser de otra manera, mis vacaciones también. Así que ya he vuelto, preparado para retornar a la rutina laboral diaria. Y aunque he de reconocer que la estancia en Barcelona ha sido altamente placentera, en parte gracias a mis hermanos Ernesto de la Serna y Su y a la paciencia de mis cuñados, ya echaba un poco de menos Madrid. No he podido evitar, de hecho, una vez en la ciudad, mi ciudad, y montado en el coche, darme una vuelta para ver cómo sigue todo y comprobar que todo está, prácticamente como lo dejé: patas arriba. La huella del señor Gallardón permanece visible en todos los rincones de la capital. Pero pese a las múltiples obras, pese a los infames atascos que seguro que me esperan en mi vuelta al trabajo, pese al trabajo propiamente dicho, echaba de menos mi ciudad. Y es que Madrid, para mal o para bien, es única. Me alegro de estar de vuelta.