25.12.06

Pesadilla antes de Navidad

Hace cosa de un par de semanas, mientras me dirigía yo alegremente a currar, en la madrileña calle de la Gran Vía, me detuvo un policía municipal. Me hallaba yo en un semáforo y con señas me indicó que me parara detrás de donde estaba aparcada su furgoneta. "Un control rutinario", me dijo. Así pues, aparqué detrás de su vehículo, que estaba estacionado en el carril Bus, y me dispuse a darle los papeles. El compañero me solicitó que abriera la puerta del copiloto, cosa que hice, y me sorprendió que vigilara cada uno de mis movimientos enfocándome con una linterna. ¿Tanta pinta de sospechoso tengo? El caso es que en el caos que domina la guantera de mi coche (bueno, y el resto del mismo) me costó encontrar los papeles, por lo que tardé un cierto tiempo en facilitárselos, aparte de que en la carpeta donde vienen, había un desorden mayor aún. Finalmente conseguí dar con ellos y hacérselos llegar al agente que esperaba pacientemente mientras mi nerviosismo iba creciendo.

Tras entregarle todo lo que había solicitado y haberlo revisado, me dijo que el vehículo (al que cariñosamente llamo Jarno, en homenaje a mi piloto de Fórmula 1 preferido) tenía que haber pasado la itv en julio y que me iba a dar una comunicación al respecto para mi empresa. Se quedó, además, con la copia que tenía yo del permiso de circulación de Jarno y me indicó que, si en dos semanas no le pasaba la itv y presentaba la documentación pertinente en Tráfico, lo darían de baja.

Así pues, tras investigar en la oficina los centros concertados con mi empresa para pasar la itv, me fui con Jarno a Las Rozas, para terminar con el asunto cuanto antes. Pero aquí vino el primer revés a mis intenciones, cuando la señorita de la ventanilla donde debía presentar los papeles me indicó que necesitaba el original de la tarjeta técnica del vehículo. Algo que tiene que facilitarme Lease Plan (la empresa propietaria del vehículo) para poder realizar esta sencilla operación. Es decir, que a mi extremada tranquilidad a la hora de inspeccionar técnicamente el vehículo, había que añadir la dejadez de esta empresa, puesto que también podían andar un poco más avispados con este tema, habida cuenta de que el coche es suyo al fin y al cabo. Tras hablar con ellos, me indicaron que harán llegar la documentación a la sede central de la empresa para la que trabajo, a pesar de que me ofrecí varias veces a ir a recogerla donde me dijeran con el propósito de agilizar el proceso. Así que me tocaba esperar.

... Y esperar. Y esperar. Los días pasaban, y no había noticias de Lease Plan y mucho menos de los papeles. A diario le dábamos la brasa telefónicamente entre mi jefe y yo al responsable del tema de los coches de la empresa, que está en la sede central, y al que finalmente conseguimos exasperar, mientras nos decía que nos nos preocupáramos. Vale, no nos íbamos a preocupar. Pero los días pasaban y pasaban. El fin de semana quedó atrás, y bien atrás. Ya dábamos por perdido a Jarno mientras desde la central nos repetían que no nos preocupáramos. Hasta que el viernes 22 me llamaron para decirme que por fin estaban los papeles (diez días habían tardado en llegar, y eso que lo mandaban por correo certificado) en la sede central, que si lo mandaban a mi oficina o me pasaba yo a recogerlos. Viendo la prisa que se habían dado para enviarlos, decidí pasarme personalmente por ellos y terminar con el asunto de una vez por todas. Me fui con mi inseparable Jarno a la sede central, pero cuando llegué allí me tocó...

Esperar. Y esperar. El hombrecillo de los coches se había ido a desayunar. ¡¡Pero si son las once y media de la mañana!! Esperar y esperar. Media hora después apareció, me miró escrutándome (en ese momento debió pensar "¿Este es el pesao que no ha dejado de llamarme durante esta semana? Ahora no me metes prisa, ¿eh, jodío?"), me dio los papeles y salí corriendo como el Correcaminos, dejando una estela de humo en mi huida y un agujero en la puerta con forma de "Tu ídolo".

En esta ocasión sí que salió todo como era deseable, en unos pocos minutos terminé, me pasé por Tráfico, recuperé los papeles de Jarno, que estaba ufano el pobre, y me encaminé a la oficina para degustar la paella que estaban haciendo para celebrar la llegada de la Navidad.

2 comentarios:

  1. ya quisiera tu trabajo idolo... paella?? aca si hay masitas de agua es mucho jajaja...

    al menos la pesadilla terminó bien...

    muchos besos y que empieces el año de mil...

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  2. Ese coche me está robando protagonismo.

    Maldita sea.

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