8.9.06

Las cosas claras

¿Qué cuesta hacer las cosas bien? Con un poco de esfuerzo se puede lograr hacer de una encrucijada un lugar claro de paso, sin dar lugar a ningún tipo de duda. Sólo hace falta un poco de dedicación a la hora de confeccionar los carteles de indicación. El caso que propongo aquí es una clara muestra:



Esto es lo que puede encontrarse en una de las múltiples obras de la capital. Por si hay dudas al respecto, amplío la información que se puede obtener de dichos carteles:


Cartel 1: ¡Atención! Maquinaria pesada. Está bien que nos avisen de ello, aunque si es muy pesada será complicado no percatarse de su presencia.

Cartel 2: Prohibido permanecer en el radio de acción de la maquinaria. Estupendo. Habría que saber cuál es exactamente ese radio de acción para saber con exactitud dónde no se puede permanecer.

Hasta aquí las cosas están claras. Hay maquinaria pesada y no se puede permanecer en un lugar en el que esas máquinas le puedan alcanzar a uno. Pero hay más carteles:


Cartel 3: ¡Peligro! Cargas suspendidas. Si es que ya me lo decía mi padre: "Hijo, los suspensos no son buenos". Ahora empiezo a entender lo que quería decirme.

Cartel 4: Prohibido permanecer bajo cargas suspendidas. No sea que por el efecto dominó le suspendan a uno también. Y mejor que no, que bastantes suspensos tuve en su día.

Así que la cosa está clara, ¿no? Sabemos que hay maquinaria pesada y que no puede uno acercarse a su radio de acción, así como tampoco puede uno quedarse bajo una carga suspendida. Es decir, habría que ir mirando si la maquinaria nos pudiera alcanzar de alguna manera al mismo tiempo que habría que mirar hacia arriba, no sea que nos cayera un suspenso del cielo. Visto el panorama, lo mejor es evitar ese paso e irse a otro lado, ¿no? ¡Pues no! Porque aquí entra en juego el último cartel, el que lo deja todo atado y bien atado, explicado y bien explicado:


Cartel 5: Paso obligatorio para personas. Es decir, que si uno, en vista del peligro que puede correr su integridad física, decidiera intentar el paso por otro lado menos peligroso, donde no hubiera maquinaria pesada acechando, ni suspensos esperando echarse encima de uno, estaría incurriendo en una terrible ilegalidad. Y hay más: Si uno se fija en lo que el humor typical spanish ha hecho sobre esta última imagen en forma de dibujo, se percatará de que no sólo es paso obligatorio para personas, sino que esas personas deben ser de sexo masculino. El tema del tamaño y grosor de la masculinidad del tipo de la imagen es algo que no debe ser analizado aquí, sino más bien en un congreso médico o en una sala X.

Y es que, como decía al principio, cuando se hacen las cosas bien, no hay lugar para las dudas ni las interrogaciones.

2.9.06

A por Hellas, oe, a por Hellas....




A estas alturas serán pocos los que no se hayan enterado de la clasificación de la selección española de baloncesto para la final del mundial que se disputa en Japón y que le enfrentará a Grecia. Tras un partido duro, muy duro, ante la actual campeona olímpica y subcampeona del mundo, Argentina. Un equipo correoso, competitivo, que juega con mucha dureza y que tiene en sus filas a jugones de la talla de Ginobili, Nocioni, Oberto o Scola. El partido ha sido tenso. Muy tenso. Los dos equipos se conocen demasiado bien (no hay que olvidar que la amplia mayoría de los argentinos juegan o han jugado en algún momento en la liga ACB). Pero, tras un final agónico propio de este deporte, el triunfo ha caído del lado español por un sólo punto. España es una de las dos mejores selecciones del mundo. El domingo se verá si es la mejor o, por el contrario, no.

Siempre que un equipo nacional logra un éxito de este calibre, se hacen comparaciones inmediatamente con el mundo del fútbol, donde lo único que ganamos son amigos. Y a veces ni eso. Pero cualquier comparación resulta odiosa, y en este caso, más. Empezando por los jugadores. Cuando uno observa a los futbolistas, uno percibe una imagen muy narcisista de los mismos, la típica del niño rico, preocupado por el peinado que lleva, tener el mejor coche, lucir los pendientes más brillantes.... Únicamente se utiliza el término galáctico en el mundo del fútbol, simplemente para reseñar que alguien es muy bueno practicando ese deporte. Lo malo es que los propios futbolistas muchas veces se lo creen, y ahí es donde empieza el problema. Están endiosados. Fernando Torres o Sergio Ramos son dos claros ejemplos de ello. Quizá los más claros.

Cuando uno mira a algún jugador de la selección de baloncesto (hacia arriba, claro), ve personas mucho más normales, a las que se puede uno acercar sabiendo que no va a recibir ningún tipo de desplante, como quien se acerca a una persona cualquiera en la calle. Incluso Pau Gasol, quien podría tener delirios de grandeza por ser la figura más destacada y el mejor jugador de un equipo de la NBA, da muestras de una asombrosa normalidad, atiende a la prensa sin problemas, firma autógrafos sin poner cara de que le estén apretando los calzoncillos... Por eso, cuando uno ve una imagen como la del jugador de Sant Boi llorando tras caer lesionado, siente lástima, y se puede escuchar varias veces la palabra "pobrecillo". ¿Alguien dijo esa palabra cuando la España de fútbol cayó eliminada ante Francia en el último mundial?

1.9.06

Ferpectamente + 20



El martes pasado, tuve la oportunidad de volver a ver a uno de los grupos que más me han gustado siempre, si no es el que más: Los enemigos. A pesar de que se habían separado hace unos años, decidieron reunirse con la formación original para celebrar el vigésimo aniversario de la publicación de su primer disco, "Ferpectamente". Y aunque podría extenderme contando lo que me pareció el concierto (que fue buenísimo, si bien un poco agobiante por lo pequeño del local y la cantidad de gente que allí se encontraba), voy a copiar aquí, gracias al método de escritura de Ana Rosa Quintana, un artículo que he encontrado al respecto. Sorprendentemente, es del ABC.


Había motivos para la celebración. El 20 cumpleaños de un disco como «Ferpectamente» merecía una gira como la que están protagonizando sus autores, Los Enemigos, una banda que escribió, en sus más de 15 años de existencia, algunos de los párrafos más brillantes del libro del rock español, aunque una buena parte del público ni siquiera llegó a enterarse.

El motivo del renacimiento de esta banda fue para homenajear a Kike Turmix, todo un personaje en el sector musical madrileño más radical y seguidor incondicional de la banda, fallecido el pasado año: «Nos juntamos la formación que había grabado ese disco –comenta Josele Santiago-, porque él siempre la apreció mucho. Hicimos la fiesta en enero, nos gustó y nos apeteció seguir». No en vano, el principal acicate para embarcarse en una gira por pequeñas salas de toda la geografía hispana era el puro jolgorio, lo cual casa perfectamente con el ánimo que les llevó a grabar aquellas canciones como «El ataque de los hombres Bruster», «Juan Valdés» (dedicado al hombre del café seleccionado con fruición), «Plis plis mi» (versión instrumental del tema de Lennon / McCartney) o «Jacobo que te adobo»: «Resultó divertido volver a ese repertorio, que era muy gracioso. Además, ahora viene mucha gente a vernos, cosa que en aquellos momentos no ocurría. También hacemos algunas versiones de temas clásicos, como, por ejemplo, de Chuck Berry. Al principio sólo queríamos hacer una fiesta, pero luego pensamos que, si continuábamos, lo mismo conseguíamos que nos pagaran por ello, como así ha sido». De lo que puede ocurrir en un concierto de estos cuarentones desmelenados baste añadir un dato: recientemente, en Málaga, animaron a su público, al final del espectáculo, a que les acompañaran a la playa, situada a escasos metros, para darse un baño nocturno sin incómodos ropajes encima.

Siempre nadaron a contracorriente. A principios de los 80, Artemio Pérez a la batería y Roberto Arbolea a la guitarra (luego pasaría al bajo) se divertían haciendo ruido y versiones garajeras por el barrio de Malasaña. Pronto se les suma José Luis Santiago Romero, Josele, de la mano, precisamente, de Kike Turmix. Su progresión es notoria: en 1986 ganan el por entonces prestigioso concurso de rock Villa de Madrid y, ese mismo año, graban «Ferpectamente». Un álbum tan castizo que los primeros ejemplares se vendían en el bar Marcelino a 1.000 pesetas, e incluían caña y tapa de chorizo de regalo (es cierto).

No es que fuera un hito mundial, pero sí un aldabonazo de humor negro y letras cerveceras y disparatadas que avisó a los más atentos de que allí se estaba fraguando algo serio. Unos temas que reflejaban bastante bien la vida alocada que protagonizaban los componentes de la banda, embarcados en una juerga constante: «Creo que las canciones han aguantado bien el paso del tiempo –explica Josele–, pero del famoso sonido de los 80 no te podías librar. Por aquel entonces lo del rock and roll no estaba asimilado y, por ejemplo, se escucha cada golpe de la batería... El rock and roll tendrá momentos más altos y bajos, pero ahí sigue para pasarlo bien y ejercer un poco de mosca cojonera».

En aquellos primeros tiempos los cambios se sucedieron con rapidez en el seno del grupo: en el puesto de bajista se va Roberto, sutituido por Michi González y éste, a su vez, por Fino Oyonarte, procedente de Glutamato Ye-Yé y que ya se quedaría de forma permanente hasta el fin de los días de Los Enemigos. Por eso, aunque en realidad fue Michi el que ejerció de bajista en la grabación de «Ferpectamente», fue Fino el encargado de llevar su contenido por pueblos y bares de toda España.


Desde entonces las cosas han cambiado mucho en el panorama musical, unas para bien y otras, por desgracia, para mal: «En los grupos de ahora echo de menos un discurso propio y, por supuesto, el sentido del humor».

El tiempo también trajo nuevas transformaciones. Artemio dejó pronto la banda y otros músicos se fueron incorporando. Al final, el proyecto simplemente se agotó, y la gira de despedida de 2001-2002 fue toda una apoteósis de público y emoción. Así que, durante tres días, los madrileños podrán recordar los viejos tiempos del desmadre que hicieron de esta ciudad un... desmadre.