30.5.06

S'a muerto el Fary

C: S'a muerto el Fary.
F: ¡¡¿¿QUÉEEEEE??!! ¡¡¿¿Ese insigne y polifacético cantante de tonadillas español??!!
C: No, hombre no. El científico.
F: Ah, bueno, que le den por culo. Me habías asustado.



Este extracto de un sketch de los hilarantes Faemino y Cansado resume a la perfección el sentimiento de este país, en el que un empeoramiento de salud de la tonadillera Rocío Jurado tiene prácticamente el mismo tratamiento que el de un Jefe de Estado. Todos los noticiarios abren con el estado de salud de la Jurado, cómo está su familia, las reacciones de los conocidos.... y eso que no ha muerto.

Hace unos meses, cuando falleció la también cantante Rocío Dúrcal, las televisiones nos deleitaban prácticamente las 24 horas con las noticias referentes a ello. Opiniones de los asistentes al entierro, de la familia, continuas muestras de apoyo de los curiosos que por allí pasaban. Se transformó algo realmente serio y doloroso para algunas personas en un circo, en un intento sensacionalista de sacar imágenes de la familia destrozada, de ver el dolor de la gente que realmente conocía y quería a la fallecida.

Y eso es lo que me resulta más curioso de todo esto. La hipocresía de la gente adquiere su punto álgido cuando la muerte anda cerca. Todos aquellos que criticaban a la Jurado por múltiples motivos, con más o menos fundamento, se tornarán a la hora de su muerte en devotos de la tonadillera, llorarán su ausencia, dirán que era una gran persona... Cuando en vida no la aguantaban.

28.5.06

¿Amo a Laura?

Creo que a estas alturas de la película son muy pocos, o puede que ninguno, los que no se hayan deleitado con la bonita canción de amor y respeto a Laura. Aquí viene el contrapunto. Laura la viciosa:

27.5.06

El tapicero, señora

¿Quién no ha escuchado alguna vez la cantinela del tapicero? Esa que nos atormenta los sábados por la mañana (no sé si el resto de la semana también, no estoy en casa para averiguarlo) y que nos ofrecen tapizarnos "sillones, tresillos, mecedoras, descalzadoras y toda clase de muebles que tenga en mal estado. No deje pasar esta oportunidad: el tapicero en su propio domicilio".

Hace unos años teníamos unos sillones orejeros en el salón que pedían a gritos ser tapizados, por lo que cuando escuchamos el sugerente anuncio en la calle, no lo dudamos un instante. Mi padre bajó raudo y veloz a buscar la furgoneta que emitía el mensaje para invitarles a que vinieran a nuestro propio domicilio. Cuando volvió, pocos minutos después, empezó a abrir todas las ventanas de la casa ante la atónita mirada de dos de sus hijos, en este caso Su y un servidor. Después nos invitó a poner en funcionamiento todos los ambientadores de la casa, algo que nos llevó poco tiempo, por otro lado, dado que no disponíamos de ninguno. El caso es que cuando vino el "tapicero, señora" a nuestro propio domicilio, comprendimos al instante la preocupación de mi padre. Digamos que antes de ver al "tapicero, señora", lo olimos.

Hasta que entró en nuestro propio domicilio. Lo primero que hizo fue presentarse. Su nombre resultó ser Aníbal. "Como el de los cuarenta ladrones", nos dijo. Mal presagio si está intentando vender algo. Mi padre, con su habitual tono socarrón, le dijo que esperaba que no trabajara con cuarenta compañeros, a lo que el "tapicero, señora" respondió que no, "nosotros sólo semos siete". La cosa no pasó a mayores, ante los intentos de aguantar la risa de mi hermana. Y los míos, para qué negarlo. Se llevó los dos sillones y los traería una semana después. Tiempo más que suficiente para saquear las tiendas de la zona de toda clase de ambientadores para la casa que pudimos encontrar, pues Aníbal nos la había ambientado... a su manera.

Hoy, nuevamente, he vuelto a escuchar la cantinela del "tapicero, señora". Y, desde entonces, cada vez que la oigo, me acuerdo de Aníbal. Y de los cuarenta ladrones.

12.5.06

Alf Poier

Este tipo fue el representante de Austria en la edición de 2003 del Festival de Eurovisión, celebrada en Riga, donde terminó en sexta posición. A mi juicio, debió quedar mucho más arriba:



La traducción de la letra de la canción, y no es broma, es la siguiente:

PORQUE EL HOMBRE CUENTA
(El hombre es la medida de todo)



Me gustan mucho los animales de esta Tierra,
pero los que prefiero son las liebres y los osos.
Los pájaros y los escarabajos se mueren pronto.
Adán está en su cama y se reproduce con Eva.

Los conejos viven en el bosque,
los gatos en la pradera
Y las cucarachas viven bajo las tejas.

Los conejitos tienen narices pequeñas
y las gatitas garras suaves,
y a la señora Holle le gusta la lana del dromedario africano.

La diferencia entre animales, entre monos y entre primates
no es más grande que entre los fideos y la pasta
Pero quien quiera saber más sobre los animales
debe estudiar biología o informarse en mi página web.
Algunos animales tiene alas y otros tienen aletas,
unos viven al aire libre y otros en latas.

Los conejitos tienen narices pequeñas
y las gatitas garras suaves,
y a la señora Holle le gusta la lana del dromedario africano.

10.5.06

Inseguridad vial


Fernando Alonso ha estado hoy en la X edición del Programa Renault de Educación Vial. Allí, además de repartir los premios correspondientes a los colegios ganadores, ha estado dando consejos acerca de cómo llevar una conducción más responsable y segura.

¿Y no podía Renault haber escogido a otra persona para dar esos consejos? Porque lo han hecho con un tipo que se gana la vida yendo con su coche a 300 kilómetros por hora, que efectúa adelantamientos por la derecha, que no guarda la distancia de seguridad, que protagoniza piques con otros conductores, que le cierra el camino al que viene detrás y pretende adelantarle, que echa gasolina y se va sin pagar... El día que llegue finalmente el carnet por puntos, me sé de uno al que no le va a durar ni cinco minutos.

7.5.06

Dogma


Interesante película de Kevin Smith, en la que se hace un repaso al mundo de la religión católica y su Iglesia en la que ambas salen ciertamente malparadas, al ser cuestionados algunos dogmas de fe, algo que los católicos tienen como verdad indudable. La acción comienza en Wisconsin, donde dos ángeles caídos interpretados por Matt Damon y Ben Affleck, viven desterrados eternamente del Paraíso. Allí descubren una forma de volver al Cielo, algo que ambos desean fervientemente. Una iglesia en Nueva Jersey ofrece el perdón de todos los pecados única y exclusivamente al entrar por el arco de su puerta, por lo que sólo tienen que ir allí, perder sus alas convirtiéndose así en humanos, entrar en la iglesia y a continuación, morir. De esa manera, con el alma limpia, indudablemente volverían al Cielo. El único inconveniente es que al hacerlo, destruirán el Universo conocido. Así pues, Metatrón, un más que irreverente Alan Rickman decide pedir ayuda al último descendiente de Jesús, una trabajadora de una clínica donde se llevan a cabo abortos con una fuerte crisis de fe, para que evite la catástrofe.

Este es, a grosso modo, el argumento del film, que a pesar de su aparente irreverencia, esconde profundas reflexiones acerca de las distintas religiones y los fanatismos, que llevan a los hombres a realizar actos muy alejados de lo que en principio dictan esas religiones. Pero lamentablemente, la película siempre levantará ampollas entre los católicos, incapaces de ver más allá y de valorar lo que realmente es el mensaje que intenta transmitir el bueno de Kevin Smith, y sólo se fijarán en matices superficiales, como el hecho de que sea la cantante Alanis Morissette la encargada de encarnar al mismísimo Dios.

4.5.06

La fauna del Calderón

En un estadio de fútbol tiene cabida todo tipo de gente: impresentables, personas educadas, críticos con su equipo, personas a las que les ciegan los colores y un larguísimo etcétera, que se hace más largo cuanto más grande sea el estadio y más espectadores quepan en él. Durante los años que he estado abonado (a Dios pongo por testigo que este año es el último) al Atleti, me he encontrado con todo tipo de gente peculiar. Algunos de ellos son:

El culto: Lo conocimos durante la etapa en Segunda División del Atleti. Al término de un partido, y mientras todos bajábamos las escaleras para encaminarnos a nuestras respectivas casas, nos fijamos en un tipo que combinaba a la perfección las acciones de descender sin tropezar y leer ávidamente un libro, suponemos que muy interesante. El tipo en sí ya resultaba peculiar por su mero aspecto físico: gordo, con camiseta de tirantes y pantalones cortos, amén de un importante bigote, que le proferían más aspecto de un turista alemán que de un fiel seguidor del Atleti. Ahí no se quedó la cosa, puesto que la naturaleza guasona de mi señor padre, que iba conmigo, le hizo adelantar posiciones entre la muchedumbre para tratar de averiguar el libro que tenía tan sumamente abstraído al hombre en cuestión en una zona tan poco común como las escaleras del Vicente Calderón. Poco rato después, volvió con una sonrisa en la boca con el resultado de su investigación. Se trataba de una novela del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Ahí es nada.

El loco: No sé a ciencia cierta a qué es debido exactamente, pero mi amigo Toño y yo, juntos o por separado, tenemos un imán para la gente rara, loca y similares. Tras un interesantísimo partido frente al Racing de Ferrol no exento de cierta polémica en los minutos finales, nos dirigíamos a la escalera. Eso sí, sin libro en la mano. De camino hacia ella, había un señor mayor, de unos 60 años dando rienda suelta a su furia en forma de protestas hacia el árbitro, mientras todo el mundo pasaba a su lado ignorándole y siendo ignorado. Hasta que llegamos Toño y yo, y se puso a preguntarnos (póngase voz de gangoso al leer esto): "¿Por qué ha anulado el gol?". Mi memoria, que nunca ha sido del todo mala, no alcanzaba a recordar ningún gol anulado, y sí una gran parada del portero en la línea de gol en los instantes finales del encuentro. Le dije educadamente que no había habido ningún gol anulado, a lo que él se encendió más y dijo que sí, que por qué lo había anulado (con voz de gangoso nuevamente). Toño y yo comprendimos que la cosa sólo podía escapársenos de las manos, así que al grito de que el árbitro es un cabrón, salimos huyendo del señor.

Los fans de Stankovic: Los que más juego nos dieron durante el periplo en Segunda del equipo. Dos chavales que se sentaban detrás nuestro, de unos 17 años, pesados como ellos solos, que no callaban ni debajo del agua y que no dejaban de criticar al jugador yugoslavo Stankovic. Cuando dicho jugador hacía alguna cosa bien, mi compañero de fatigas y yo lo ensalzábamos para tocar las narices, aunque ellos seguían a lo suyo sin hacernos ni caso. Hasta que un día recurrimos a la artillería pesada: mi padre. Se había mantenido al margen de nuestra disputa un buen rato, pero al final, cansado como nosotros de lo pesados que se ponían con el pobre Stankovic, después de una jugada que hizo el futbolista balcánico, se levantó y, girándose hacia donde se sentaban ellos y mirándoles fijamente, de hecho, empezó a gritar: "¡Qué bueno es Stankovic, es el único que sabe aquí!". No volvieron a criticarle.