28.4.07

Telemadrid

Este es el último anuncio de Telemadrid, en el que, quién sabe si de manera inconsciente, se puede entender un mensaje subliminal que hace referencia a la actual presidenta de la Comunidad de Madrid al final del mismo:

Abuelito dime tú

Que el tiempo pasa para todos es algo universalmente conocido y que carece de todo tipo de remedio, a pesar de que haya gente que intente luchar contra ello, como Marujita Díaz (física y mentalmente). En lo que al físico se refiere, de manera infructuosa, por cierto. Y aunque también es conocido por todos que hay personas que se conservan mejor que otras, finalmente nadie se libra de que le llamen de “usted”. No conservo en la memoria la primera vez que me trataron de esta respetuosa manera, pero estoy casi seguro de que mi reacción fue de incredulidad, sorpresa, y puede que indignación. Uno de los recuerdos que tengo como más lejano en este aspecto es el de unos tiernos infantes que me pidieron un balón que se les había colado al grito de: “Oiga, señor, ¿me podría dar el balón?” ¿Señor? ¿Yo? ¡Venga, hombre! Naturalmente no se lo di, puesto que no me sentí aludido por esa llamada. Porque lo realmente duro de este problema es que no se trata de un cambio drástico, que uno sepa que pasada cierta edad le tratan de usted de manera matemática, sino que algunos lo hacen así y otros continúan tratándonos como hasta entonces, haciéndonos sentir aún jóvenes. Por eso me sorprendo aún cuando, en alguna tienda a la que acudo a reparar, oigo que dicen: “¡¡Fulanita, ha venido el señor de la impresora!!”

Pero no nos engañemos, aparte de nuestro aspecto exterior, también hay otros factores que indican que nos hacemos mayores. Hace poco tuve la oportunidad de hablar con una joven adolescente, que me estuvo relatando con gran énfasis los pedos que se pillan los fines de semana, la de porros que se fuman y ese tipo de cosas. Y a mí, como abuelito que soy, pues no me parecía bien, a pesar de que yo a su edad hacía más o menos las mismas cosas. Lo cual me hacía preguntarme “¿Realmente yo era así a esa edad?”. Pues menuda paciencia que debieron tener entonces mis progenitores.

O la música. Hablando recientemente con “el cuco” (aquel compañero que vio a la infanta Elena comprando en un Dia y al que también conocemos como “El Luisma”) me contó muy contento que se iba al festival de música de Viña-Rock. Ante mi pregunta sobre el cartel del evento, me explicó que los más conocidos que iban era un grupo que se hacía llamar La Excepción. ¿Pero quiénes son esos? ¿Realmente son tan conocidos como me dijo este hombre? Porque vamos, ninguna noticia tenía yo al respecto. No contento con ello, me estuvo diciendo el nombre de otros grupos participantes en dicho festival, de los cuales no conocía a ninguno. Realmente, me estoy volviendo mayor. Aunque igual también podríamos decir de “el Luisma” todo lo contrario, cuando estábamos escuchando en el laboratorio el mítico Smoke on the water, de Deep Purple, e irrumpió diciendo: “Ostras, ese ritmo es mazo de conocido”. “Sí, como los de La Excepción”, fue la respuesta que recibió, y aun así se permitió el lujo de comparar una banda con otra. Estos niños….

Y es que es inevitable. Hacernos mayores, hacernos cascarrabias y murmurar entre dientes “¡Qué juventud!”, cuando vemos que repiten lo que hacíamos nosotros a su edad. De aquí a dos días, necesitaré que me cedan el sitio cuando suba en el autobús. Tiempo al tiempo.

23.4.07

Sin comentarios

El que quiera entender, que entienda....


17.4.07

Cartelito

- Hola, buenas tardes.
- Buenas tardes, ¿qué desea?
- Pues verá, he visto el cartelito de la puerta y estaba interesado.
- ¿Le interesa? Muy bien, no se arrepentirá.
- Bueno.... verá, es que primero me gustaría saber exactamente de qué se trata, si es un riñón, un hígado o qué es.
- ¿Perdone?
- Que yo lo que estoy buscando específicamente es un hígado, entonces quería saber exactamente de qué órgano estaríamos hablando.
- No, disculpe, creo que se está usted equivocando, aquí no vendemos nada de eso, esto es una tienda seria.
- Ah, está bien, entonces disculpe las molestias. Buenas tardes.
- Buenas tardes, caballero.
...
...

- Manolo, tenías razón, creo que tengo que retocar un poco el cartel de la entrada para especificar un poco mejor de lo que se trata....


14.4.07

Examen de termodinámica

Estaba esta tarde haciendo limpieza en unas antiguas carpetas (y cuando digo antiguas, me refiero a muy antiguas) y he encontrado uno de esos escritos que viajan por internet de una parte a otra y que algunos, como es el caso, imprimen. El texto, que siempre me resultó curioso, era el siguiente:

Esta historia ha sido enviada por un graduado del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Oklahoma, comentando una de las preguntas del examen final del Dr. Schlambaugh en 1997. El doctor Schlambaugh es famoso en la Universidad por el tipo de preguntas que hace en los exámenes finales, tales como: ¿Por qué vuelan los aeroplanos? En mayo de 1997, la pregunta del examen final de "Momento, calor y transferencia de Masa II" fue: ¿Es el Infierno exotérmico o endotérmico? Razone su respuesta.

La mayoría de los estudiantes basaron las respuestas en la ley de Boyle o en alguna de sus variantes. No obstante, un estudiante escribió lo siguiente:

En primer lugar, postulamos que si el alma existe tiene que tener alguna masa. Por tanto, un mol de alma tiene que tener también una masa. Entonces, ¿a qué velocidad se mueven en el infierno y a qué velocidad lo abandonan? Se afirma con seguridad que cuando un alma llega al Infierno ya no lo abandona. Por lo tanto, postulamos que no existen almas que abandonen el Infierno. Respecto a las almas que entran en el infierno, nos basaremos en las diferentes religiones que existen actualmente en el mundo.

Muchas religiones afirman que aquél que no es miembro de su religión va al Infierno. Puesto que hay más de una de estas religiones y la gente sólo pertenece a una, podemos decir que todas las personas y sus almas van al Infierno. Con las tasas que existen de nacimiento y mortalidad, podemos suponer como una buena aproximación que el número de almas en el infierno crece exponencialmente. Veamos ahora la velocidad de cambio del volumen del infierno. La ley de Boyle establece que para que la presión y la temperatura del Infierno permanezcan constantes, debe permanecer constante la relación entre la masa de las almas y el volumen del infierno.

[A1] Por tanto, si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de la entrada de las almas en él, la presión y la temperatura del infierno crecerán hasta que el infierno explote.

[A2] Por otro lado, si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la del incremento de almas en el infierno, la temperatura y la presión caerán hasta que el infierno quede helado.

¿Cuál es la solución correcta? Si aceptamos el postulado que me hizo Theresa Banyan durante el primer año de carrera de que "Habrá un día frío en el infierno antes de que me acueste contigo", puesto que todavía no he conseguido tener relaciones sexuales con ella, [A2] no puede ser cierto. Por lo tanto, el Infierno es actualmente exotérmico.

7.4.07

El cuento de los sobres de azúcar


Hace tiempo, mi buen amigo Toño me contó en un restaurante de San Lorenzo de El Escorial, localidad a la que habíamos ido a ver a los sempiternos Burning, el triste final del inventor de los sobres alargados de azúcar que dan en un gran número de cafeterías de este país (ignoro si en el extranjero también), en una historia que no se sabe a ciencia cierta si pertenece al mundo de las leyendas urbanas o no. Cuando se le pregunta a alguien por la forma en la que abre dicho sobre para verter su contenido en el café, té o bebida que se desee endulzar, el 100% de los encuestados responde de la misma manera: rompiendo uno de los extremos y vertiendo posteriormente la cantidad deseada de azúcar. Mal hecho.

Estos sobres están diseñados para una apertura mucho más sencilla. Se trata de ponerlo encima de la taza, de modo que el punto medio quede encima del centro de la circunferencia, presuponiendo que el borde de la taza sea redondo, lo cual suele suceder en la mayoría de las cafeterías de este país (vuelvo a ignorar si en el extranjero las tazas se corresponden con otra figura geométrica, como una elipse o un cuadrado). Una vez colocado el sobrecito, se presionará con los dedos hacia abajo, siempre por el punto medio. Entonces, se romperá, vaciando su contenido de manera rápida, precisa y limpia en el interior de la taza. Mucho mejor, ¿no?

Pues resulta que el innovador autor de tan ingenioso artilugio, viendo que la gente se pasaba por el forro su invento y seguía abriendo los sobres por un extremo, entró en una fuerte depresión. Tal es así que decidió poner fin a su vida, incomprendido como se sentía y desilusionado al comprobar que su invento no había sido entendido como debiera. Así que a partir de ahora, niños y niñas, cada vez que pidáis un café, un té, una manzanilla o lo que sea, recordad a este buen hombre cuando os sirvan la bebida con un sobre alargado de azúcar y acordaos de abrirlo de la manera correcta. Por el inventor, para que su muerte no sea en vano.

6.4.07

Semana Santa


Ya está aquí, un año más, la Semana Santa. En multitud de localidades, no sólo españolas sino de todo el mundo, los cristianos celebran la pasión de Cristo, su muerte y su resurrección. Las ciudades de nuestro país se llenan de gente con una siniestra estética parecida a la de los activistas del Ku-klux-klan, se hacen multitud de pasos rememorando el dolor del Mesías, se escenifica su muerte, todo ello con un sentimiento ejemplar. No dudo de que para los especializados en la materia sean actos realmente emotivos, si bien yo, profano como soy, no disfruto en absoluto de ella. Disfruto, eso sí, de lo que disfrutamos todos, de los días de vacaciones.

Y todos los años podemos ver en las noticias las distintas maneras que tienen en distintos lugares de escenificar esa pasión: desde (aburridas) procesiones en las que desde alguna ventana cercana se canta una (no menos aburrida) saeta hasta crucifixiones en vivo, con sus clavos en manos y pies y todo, pasando por flagelaciones y espaldas sangrantes. ¿Todo para qué? ¿Para rememorar el dolor de aquel a quien millones de personas en todo el mundo tienen como hijo de Dios? ¿Para sentir lo que sintió él al ser humillado por los romanos en la hora de su muerte? Todo ello en un acto de gran hipocresía por su parte. Porque queda muy bonito aparecer delante de todo el mundo con una cruz a cuestas, recibiendo latigazos, ya sean propinados por uno mismo o por otra persona, y ser clavado en esa cruz. Literalmente clavado. Uno muestra una imagen de mártir ante el mundo fuera de toda duda pretendiendo entrar en una comparación con Jesucristo. Ocurre un poco como con la Navidad, cuando todos queremos ser o parecer mejores personas de cara a la galería. Pero después, ¿qué? Vuelta a la rutina diaria, a aguantar el trabajo, al jefe, a los compañeros insoportables, al vecino que pone la música a todo trapo y no nos deja descansar o a ese otro que nos cae mal y que, al verle entrar en el portal detrás nuestro, aceleramos para no tener que coincidir con él en el ascensor. La actitud tan cristiana de estos días y tan creyente muere, pues, con la propia muerte de Cristo. Entonces, ¿ya nadie quiere seguir imitándole? Y es que en el fondo, seguimos siendo "temerosos" de Dios y continuamos viéndolo como una carga y no como una bendición, que es como debería ser. No descartaría que en un futuro volviéramos a vivir algún tipo de inquisición.