21.9.07

Sí, pero no

¿De qué hablar, de qué hablar? Tanto tiempo hace que no escribo nada, que tendría un sinfín de motivos de los que podría hacerlo, pero que en el fondo no me motiva en exceso. Aunque si tuviera que hablar de algo, indudablemente sería de las vacaciones. En esos días de asueto en los que uno está libre de tener que madrugar, de tener que hacer lo mismo que durante el resto del año, decidí ir a gorronear miserablemente casa, primero a mi hermano en Barcelona, más tarde a mi amiga Laura en Calafell, vuelta a casa de mi hermano para terminar, más miserablemente que nunca por mi parte, una semanita entera en casa de mi otra amiga Laura (La Malandrina, con mayúsculas) en Londres. Y durante todos esos días podría contar un montón de anécdotas, como el hecho de que para mi estancia en la capital inglesa, mi anfitriona se había gastado 50 libras (unos 75 leuros) en un colchón hinchable de esos enormes... para terminar yo durmiendo en el sofá. De hecho, no sé exactamente cuál es mi manía al respecto, porque en la casa de la otra Laura en Calafell, también terminé en el mismo sitio para dormir. Lo raro fue que en casa de mi hermano no hiciera lo mismo. Al fin y al cabo, no sería la primera vez.

Y como tampoco me apetece escribir acerca del partido del West Ham que pude ver en directo, ni de la sesión de gilifotos que nos hicimos por las calles de Barcelona a las dos de la madrugada con un par de copas encima, ni de las idas y venidas hechas en Calafell a la playa, simplemente me limitaré a poner el video de la canción que nos dio por bailar a mi hermano y a mí durante esos días, muy a pesar de mi cuñada, cuya paciencia sólo es comparable a nuestra pesadez.

Y como diría mi tía, "buenoadiós".