28.4.07

Abuelito dime tú

Que el tiempo pasa para todos es algo universalmente conocido y que carece de todo tipo de remedio, a pesar de que haya gente que intente luchar contra ello, como Marujita Díaz (física y mentalmente). En lo que al físico se refiere, de manera infructuosa, por cierto. Y aunque también es conocido por todos que hay personas que se conservan mejor que otras, finalmente nadie se libra de que le llamen de “usted”. No conservo en la memoria la primera vez que me trataron de esta respetuosa manera, pero estoy casi seguro de que mi reacción fue de incredulidad, sorpresa, y puede que indignación. Uno de los recuerdos que tengo como más lejano en este aspecto es el de unos tiernos infantes que me pidieron un balón que se les había colado al grito de: “Oiga, señor, ¿me podría dar el balón?” ¿Señor? ¿Yo? ¡Venga, hombre! Naturalmente no se lo di, puesto que no me sentí aludido por esa llamada. Porque lo realmente duro de este problema es que no se trata de un cambio drástico, que uno sepa que pasada cierta edad le tratan de usted de manera matemática, sino que algunos lo hacen así y otros continúan tratándonos como hasta entonces, haciéndonos sentir aún jóvenes. Por eso me sorprendo aún cuando, en alguna tienda a la que acudo a reparar, oigo que dicen: “¡¡Fulanita, ha venido el señor de la impresora!!”

Pero no nos engañemos, aparte de nuestro aspecto exterior, también hay otros factores que indican que nos hacemos mayores. Hace poco tuve la oportunidad de hablar con una joven adolescente, que me estuvo relatando con gran énfasis los pedos que se pillan los fines de semana, la de porros que se fuman y ese tipo de cosas. Y a mí, como abuelito que soy, pues no me parecía bien, a pesar de que yo a su edad hacía más o menos las mismas cosas. Lo cual me hacía preguntarme “¿Realmente yo era así a esa edad?”. Pues menuda paciencia que debieron tener entonces mis progenitores.

O la música. Hablando recientemente con “el cuco” (aquel compañero que vio a la infanta Elena comprando en un Dia y al que también conocemos como “El Luisma”) me contó muy contento que se iba al festival de música de Viña-Rock. Ante mi pregunta sobre el cartel del evento, me explicó que los más conocidos que iban era un grupo que se hacía llamar La Excepción. ¿Pero quiénes son esos? ¿Realmente son tan conocidos como me dijo este hombre? Porque vamos, ninguna noticia tenía yo al respecto. No contento con ello, me estuvo diciendo el nombre de otros grupos participantes en dicho festival, de los cuales no conocía a ninguno. Realmente, me estoy volviendo mayor. Aunque igual también podríamos decir de “el Luisma” todo lo contrario, cuando estábamos escuchando en el laboratorio el mítico Smoke on the water, de Deep Purple, e irrumpió diciendo: “Ostras, ese ritmo es mazo de conocido”. “Sí, como los de La Excepción”, fue la respuesta que recibió, y aun así se permitió el lujo de comparar una banda con otra. Estos niños….

Y es que es inevitable. Hacernos mayores, hacernos cascarrabias y murmurar entre dientes “¡Qué juventud!”, cuando vemos que repiten lo que hacíamos nosotros a su edad. De aquí a dos días, necesitaré que me cedan el sitio cuando suba en el autobús. Tiempo al tiempo.

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