Ayer, el desempeño de mi trabajo me llevó hasta la tienda Dia situada en la plaza de la Beata María Ana de Jesús, cerca de Legazpi (cómo no, en obras). Últimamente cada vez que he de ir a este establecimiento me pasan cosas curiosas, como fue el encontrarme toda una familia de cucarachas (muertas, eso sí, que si no habría salido corriendo) dentro de un TPV (Terminal de Punto de Venta, lo que viene a ser la CPU de las cajas).
Pero ayer fue aún más divertido. En la puerta, antes de abrirla, pude escuchar claramente cómo había gente gritando dentro. Más concretamente, un señor gritándole al guardia de seguridad de manera encolerizada. La parte cobarde de mí, que normalmente es amplia mayoría frente a la valiente, pensó es huir, cosa que no hice, no sé si por desempeñar correctamente mi labor o por cotillear el por qué de esa pelea. Con la boca pequeña (no fuera que me cayera algo a mí también) busqué a la encargada, para que me dijera qué impresora era la que no le funcionaba. Por suerte, la caja que tenía que reparar estaba situada en un lugar estratégico para ser un perfecto espectador de la singular escena. Pocas veces he visto a alguien tan histérico, sin contar a mi hermana cuando perdía en la consola al juego de Barcelona 92 (ha llovido desde entonces). Pensé que qué podría haberle hecho a ese hombre ponerse así, sobre todo con el guardia de seguridad. Hasta llegó a amenazarle con el madero que tienen las cajas para separar la compra de un cliente con la del siguiente, y que tiene forma de remo.
La cosa siguió, conmigo prestándole casi más atención a la trifulca que a la impresora, hasta que salió a la luz el motivo. Éste no era otro que... ¡¡1 euro!! La cajera decía que a ese hombre le faltaba por pagar un euro. He de confesar que ahí me sentí un poco decepcionado, yo me esperaba un agravio mayor para provocar de aquella manera al hombre en cuestión.
Sé que el euro vale más que la peseta, pero tampoco vale tanto más como para ponerse así por solamente uno, ¿no?
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Mi cabreo no fue por perder, sino porque no entendia cómo cojones hacer para tirar con arco. Y vosotros no os dejasteis la lengua en explicármelo, CABRONES.
ResponderEliminarLuego dicen de los catalanes, pero en Madrid son tan agarraos como aquí...
bueno, bueno su... lo que no ha comentado el mono es que el señor en cuestion se llama Jordi jajaja
ResponderEliminarDeja, un euro es una soplapollez, pero hacer el ridículo con la consola es mucho más serio :p
ResponderEliminarBueno, los "DIA" optaron por ese tipo de clientes y lo han logrado. Ellos son cutres y tienen clientes cutres. Mercadona ha optado por la clase media con los mismos precios y sale ganando en todos los aspectos. Allá cda uno
ResponderEliminarYa, con cajeras que te muerden si les dices nada y un stock cada día más reducido... mi Barbas lo llama la Unión Soviética: poco abastecimiento y muchas colas.
ResponderEliminarPero es que los Dia son cutres los mires por donde los mires. Parece que algunas cajeras pasan un casting para ser gilipollas o algo así. Que sean bordes con algunos clientes lo veo hasta normal, pero que lo sean conmigo, que voy a arreglarle las máquinas, a veces es para matarlas, si bien suelen ser amables conmigo. Si hasta una casi me viola una vez y todo.
ResponderEliminarPero también es cierto que tienen a dos tías nada más en la tienda muchas veces para atender a los clientes, colocar las cosas en las estanterías, atender al camión de las mercancías.... y todo por un sueldo ridículo. ¿Es para estar enfadado o no?
Esa es la cuestión. Que los abusos con esas chicas son permanentes.
ResponderEliminarYo he conocido a algunas. Son mulas de carga