Nunca me pude imaginar que el fichaje del delantero uruguayo Diego Alonso por parte del Atlético de Madrid iba a cambiar mi vida y me iba a abrir puertas en el mundo del espectáculo. Dicho delantero estuvo en dicho equipo durante su segundo año en la categoría de plata del fútbol español, siendo parte activa en la consecución del ascenso y llegando por su garra y pundonor al corazón de los aficionados del club madrileño. Pero, por encima de todos, hubo tres chavales que se convirtieron en absolutos fans del ariete charrúa. Esos tres chavales eran Toño (el chaval al que conocí en el pasillo del colegio cuando nos expulsaron a ambos), Gonzalo (ese que no sabe distinguir entre viernes y sábado) y un servidor.
Por ese motivo, cuando fuimos a ver a Toño a Málaga, y aprovechando que durante ese año el delantero jugaba en el equipo de esa ciudad, nos decidimos a comprarnos los tres una camiseta del equipo con el 9 de Diego Alonso a la espalda. Hicimos entonces un pacto, que no era de sangre ni nada de eso que duele mucho, para llevarlo a algún acontecimiento al que acudiéramos los tres. Y he aquí que algunos meses después había un concierto de un grupo llamado Burning en un pueblo llamado Cadalso de los Vidrios, Madrid. Y claro, decidimos ir los tres con nuestras flamantes camisetas de Diego Alonso.
Llegamos al pueblo con nuestras zamarras futboleras y, tras enterarnos de dónde era el concierto (en esta ocasión no tuvimos problemas, ya que el que organizó el tema fue Toño, que no confunde viernes con sábado ni al revés), nos fuimos a cenar algo. La gente nos miraba entre extrañados y curiosos, y alguna voz oímos diciéndonos "Hala Madrid" y cosas por el estilo. Hasta que llegó el momento de ir a la plaza de toros (sí, Cadalso de los Vidrios tiene plaza de toros) y entrar a esperar a que actuara el grupo madrileño. El cartel lo formaban varios grupos de la zona en un festival que se hacía llamar Nískalo Rock.
Entramos en el coso, mientras actuaba un grupo que hacía versiones de canciones heavies, y nos fuimos directos a la barra. Tras pedirnos un par de minis, hubo alguno que se nos puso a hablar a propósito de nuestras camisetas, aunque casi todos ellos llevaban tal grado de alcohol en sangre, que con su simple aliento podrían desinfectar cualquier herida.
Tras quitarnos de encima a los pesados, nos fuimos hacia el escenario, toda vez que los versionadores habían terminado ya su actuación. La parte de alante estaba totalmente desierta, y durante la espera a que diera comienzo la actuación, nos dio tiempo a calentarnos un poco con los minis. Hasta que empezó el concierto, el plato fuerte de la noche, y casi diría que del fin de semana.
La parte de alante permaneció tan desierta como antes. La gente estaba a varios metros del escenario, mirando el concierto de pie, con los brazos cruzados, como quien está viendo un discurso político. ¿Toda? No. Había tres imbéciles al lado del escenario saltando, gritando y cantando las canciones, todos ellos ataviados con una camiseta del Málaga, de Diego Alonso. Entre canción y canción, repetíamos insistentemente que tocaran "Las chicas del Drugstore", hasta que, avanzado el recital, nos hicieron caso, aunque tocaron sólo la mitad. No sé cuánto tiempo estuvieron, dado que mi grado de alcohol en sangre se había equiparado con el de los vecinos de la localidad. Hasta que terminó el concierto. Toño se fue a dar una vuelta, y Gonzalo y yo, a descargar la bebida. Estábamos a escasos diez metros de la puerta por donde se habían metido los artistas, así que decidimos meternos nosotros también, como quien entra en un lugar de sobra conocido. Allí estaban ellos. Lejos de amilanarnos, accedimos saludando a voces "¡¡qué pasa, chavales!!". Estuvimos un rato hablando con ellos, nos hicimos fotos los tres con el grupo (Toño ya había dejado de hacer el autista y se había reunido con nosotros) y nos echamos unas risas, a propósito de Diego Alonso. Hasta que el batería, Kacho, me dio su dirección de correo electrónico para que le enviara las fotos, momento en el que fui la envidia de mis dos compañeros.
Desde entonces, les hemos ido a ver a un par de conciertos, siempre quedándonos a hablar con ellos tras el espectáculo y creando una bonita relación, no sé si de grupie o de qué. Y todo ello gracias a Diego Alonso.
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un comentario... que pongo que pongo? Yo nunca he estado en jolibud... ni en niu llorc, ni en cadalso de los reyes, ni de las reinas ni ná de ná... en fin, donde si estuve es en el rincón del mono :)))) Un besito!!!
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